El silencio del cual gozaba el cuartel de la sociedad de Leopoldo
camuflado como un convento se vio bruscamente interrumpido por las explosiones
las balas explosivas que salían de la minigatling del padre Rimara.
-¡Muere Vaynard!-Gritaba Rimara descargando todo su arsenal sobre mi.
-¡Detente Rimara, destruirás todo!-Le respondí mientras corría evitando
tanto las balas como las explosiones.
El cuartel se estaba cayendo a pedazos. No soportaría muchas explosiones
más.
Por suerte los disparos cesaron,
las municiones explosivas de Rimara habían llegado a su fin.
-Maldición.
-¡Es mi turno!-Corrí hacia el con mi glaicus que mostraba un hermoso
brillo en la hoja, era el brillo del acero pidiendo saciar su sed de sangre.
Rimara dio media vuelta y corrió hacia el gran vestíbulo del cuartel (que
milagrosamente aun seguía intacto) y se metió en una habitación.
-Ríndete Rimara, no tienes escapatoria.-Dije entrando al vestíbulo.
El sacerdote había dejado la puerta de su temporal refugio abierta, así
que entre a terminar este combate.
-Rimara, esto acabo.
-Aun no- Contesto Rimara camuflándose en la oscuridad del cuarto.
-No seas tonto, soy un vampiro, puedo ver en la oscuridad, de nada sirve
esconderte.
-¿Y eso te hace sentir orgulloso?
-No, pero es una habilidad que sirve para los combates.-Aun no había
usado Auspex, es mas, nisiquera estaba tratando de encontrarlo, solo quería
acabar con esto sea peleando o sin pelear.
-Vaynard ¿Pelearías conmigo sin usar tus “habilidades”?
-No voy a pelear. Solo déjanos a Milagros y a mi salir de este lugar con
el libro y listo.
Rimara salio de las sombras, tenia en su mano derecha un sable con un
mango dorado.
-Rimara…
-Lo que busca Milagros no es un libro
-¿Qué?
-Milagros busca un libro antiguo, pero nosotros no lo tenemos en un
libro.
-¿Ah?
-La información esta en un ordenador, en un disco duro. Nunca lo
encontrara.
-No deberías de subestimar a Milagros, después de todo la entrenaron
para ser una experta cazadora.
-Mientras ella se demora buscando el Corpus Maleficarum, me gustaría
saber si podrías vencer a un humano sin usar tus habilidades vampiricas, una
pelea limpia como se diría, claro que para ustedes los vampiros eso no existe.
Rimara me apunto con su sable, estaba muy decidido a acabar conmigo.
-¿Y bien? ¿Aceptas?
No quería, pero si Milagros necesitaba más tiempo para encontrar lo que
buscábamos no me quedaba otra opción.
-Esta bien Rimara. Ataca.
Rimara corrió hacia mi con la única intención de destajarme el cuello,
fue muy veloz, estuve muy cerca de morir decapitado.
-Buenos reflejos vampiro
-Y tú eres muy veloz para ser…humano
Volvió a atacar, su golpe fue detenido por mi glaicus. El impacto fue
tan fuerte que genero chispas.
-No me vencerás tan fácilmente
-No sabes usar una espada Vaynard.
-¡¿Qué?! ¡Como te atreves!
Empuje a Rimara haciéndolo retroceder, corrí hacia el y di un giro de
360° apoyado sobre mi pie derecho, mi objetivo: Cortar en dos al sacerdote.
Rimara pudo detener el golpe a tiempo. Para una persona normal ese golpe
hubiera sido su fin.
El impacto fue muy fuerte, Rimara tuvo que retroceder y ponerse en una
posición defensiva por si es que otro golpe llegaba hacia el.
-¿Decías?-Le pregunte en tono de burla a Rimara.
-Retiro lo dicho vampiro, sabes usar la espada.
Nos seguimos atacando, nuestros sables sacaban chispas con cada choque.
Rimara quería matarme y yo quería demostrarle que soy muy buen espadachín (me
había dolido en el alma, si es que tengo, que me haya dicho que no sabia usar
una espada)
-¡¿Qué esperas Rimara?! ¡Ataca con todo!
-¡Maldito chupasangre, morirás!
El sacerdote corrió queriendo acabar este combate con una estocada en mi
garganta.
Me moví rápidamente hacia mi izquierda haciendo que la hoja del sable
del padre Rimara siguiera su trayecto recto hacia la nada.
Rimara reacciono y dirigió su sable hacia su derecha con la intención de
cortarme el cuello pero puse mi glaicus detuvo el golpe a centímetros del
objetivo del sacerdote, el no se lo espero.
Realice un giro apoyado en mi pie izquierdo, empujando la hoja del sable
de Rimara hacia un lado y dejándolo desprotegido ante cualquier ataque, a la
vez mi glaicus se dirigía hacia la nuca del sacerdote golpeándolo fuertemente
sin cortarlo.
El padre Rimara trato de aguantar el golpe pero, como todo mortal, no
pudo hacerlo y su cuerpo salio volando tres metros hacia los escombros del
patio principal.
-Rimara, un humano nunca podrá vencer a un vampiro en un combate uno a
uno, te lo trate de advertir pero no hiciste caso-Mis ojos se estaban tornando
color carmesí.
Rimara se levanto a duras penas.
-Por que… ¿Por qué no acabaste conmigo?
-Le prometí a Milagros que no mataría a ninguno de los miembros de su
familia, por que eso es lo que son ustedes para ella.
-Eres extraño Vaynard, no me mataste teniendo la oportunidad de cortarme
la cabeza, un vampiro normal no hubiera hecho eso.
-No soy un vampiro normal.
Unos pasos se escucharon a lo lejos, era Milagros y llevaba en su mano
el disco duro de un ordenador, había encontrado el Corpus Maleficarum.
-¡Vaynard, lo tengo!
-¿Por qué tardaste tanto?
-No era un libro, era un disco duro.
Milagros vio a su alrededor, toda la zona del patio principal, parte de
la primera planta y la segunda planta estaban destruidos.
-¿Qué demonios paso aquí?
-Pregúntale a tu amigo el sacerdote y a sus balas explosivas.
-¡No le faltes el respeto al padre Rimara!-Me grito Milagros –Lo siento
padre, Vaynard carece de modales.
-¿Qué? ¡¿Qué?!- Le respondí- ¡El trato de matarme! ¿Por qué le pides
disculpas?
Rimara, que se estaba recuperando del fuerte golpe recibido hace unos
instantes, se quedo observando a Milagros.
-¿Por qué Milagros? ¿Por qué tu venganza pudo más?
-Padre, lo siento mucho. Se que lo que he hecho no tiene perdón, se que
condene mi cuerpo como mi alma pero…
-¿Pero?
-…Pero me entrenaron con un propósito, y es librar a la tierra del mal.
Uno de esos males son los vampiros. Pero
como vera, no todos los vampiros son malvados. Vaynard, a quien estaba
persiguiendo para darle muerte trato de defenderme dos veces. Y por lo visto
usted ya lo noto.
Rimara estaba en silencio, lo que decía Milagros tenia sentido, yo no
era malo, incluso teniendo la oportunidad de matar al sacerdote no lo hice, eso
debe de contar como un punto a favor mió ¿No creen?
-Padre, se que no debí convertirme en una vampira, pero si moría, mis
padres nunca encontrarían el descanso eterno y no podría completar la misión
que se me encomendó. Seres como Lucita o el Sire de Vaynard, que lo convirtió
sin el desearlo son la maldad que debemos eliminar, ellos son los verdaderos
enemigos del mundo. Y si convirtiéndome en lo que jure destruir ayudara a
restablecer la paz y la justicia en la tierra pues…
-Pues... ¿Que?-Rimara le pregunto a Milagros
-Pues…-Milagros voltio a verme – No me arrepiento de la decisión que
tome y de esta nueva oportunidad que tengo de acabar con el mal.
Mire al padre Rimara, una mezcla de tristeza y aceptación se reflejaban
en sus ojos.
-Bien, creo que perdí ¿No? Ya tienen lo que buscaban, se pueden ir.
-Padre yo…-Milagros quería decirle algo más.
-Milagros, espero que puedas vengar a tu familia, pero recuerda que por
ser una vampira con habilidades peligrosas tú nombre figurara en la lista del
Corpus Maleficarum, la sociedad no será inflexible en sus acciones y te
cazaran. Te dejare ir por esta vez.
Ahora váyanse antes que el pelotón de asalto de la sociedad vengan.
Rimara no se equivoco, un grupo numeroso empezó a entrar al cuartel,
estaban fuertemente armados y lo mas probable es que sus municiones fueran las
mismas balas explosivas que el padre uso en su ametralladora.
-¿Hay algún vehiculo que podamos usar?- Le pregunte a Rimara
-Si, sigan de frente hasta el patio trasero y doblen a la izquierda, hay
un portón de rejas y unos cinco vehículos.
-Gracias, vamos Milagros.
-Si
-Espera Vaynard- Rimara estaba muy serio.
-¿Ahora que?
-Tú también serás perseguido por nosotros que no te quepa duda, así que
por favor…cuida a Milagros.
-Descuide reverendo, lo haré.-Le dije sonriendo.
El pelotón de asalto entro y empezó a disparar.
Las ráfagas de balas nos rozaban pero ninguna afortunadamente nos dio.
Llegue con Milagros hacia uno de los vehículos.
-¿Pero que carazos es esa cosa?-Dije señalando el vehiculo
-Es un Packard
coupé convertible 8, modelo 1935- Me respondió Milagros –Es un clásico.
-Eso
es chatarra ¿A cuanto va? ¿A 10 kilómetros por hora?
-¡Deja
de quejarte y sube!
El
pelotón de asalto entro a la zona de vehículos y empezó a disparar.
-¡¿Qué
esperas?! ¡Arranca!
-Eso
intento- Decía Milagros tratando de arrancar.
El
motor encendió
-¡Perfecto!-
dijo Milagros- ¡Vamonos!
-¡Espera!
¡Noooo….!
Milagros
piso el acelerador y el auto salio disparado a más de 100 kilómetros por
hora
-¡Estas
loca! ¡Vas a matarnos!
-¡Ya
estamos muertos! ¡No te quejes!
Rompimos
la cerca de seguridad y salimos hacia la calle, hacia la avenida.
-¿Nos
siguen?
-¿Bromeas
no? Esta cosa esta a más de ciento veinte kilómetros por hora ¡Como rayos nos
van a seguir!
-¿Te
da miedo como conduzco Vaynard?-Milagros me miro con una sonrisa burlona
dibujada en su rostro.
-No
me da miedo solo que… ¡Camión! ¡Camión! ¡Camión!
Milagros
movió rápidamente el timón esquivando al gran camión de carga que venia directo
a nosotros
-¡Pero
estas demenente! ¡Estamos en contra del tráfico! ¡No sabes conducir!
-¡No
me grites! ¡Me estoy esforzando!
-¡Increíble!
¡Puedes matar como toda una asesina profesional pero no puedes conducir un
auto!
-¡Cállate!
Milagros
aun seguía conduciendo contra el trafico y esquivando a cada auto que venia
hacia nosotros.
-¡Suelta
el volante!
-¿Qué?
-¡Suelta
el maldito volante!
-¡Muerte
Vaynard!
-¡Si
no lo sueltas ambos moriremos! ¡Es que es un común que ninguna mujer sepa
conducir!
-¡Machista!
-¡Suelta
el volante!
-¡No!
Saque
mi glaicus, lo active y corte de un solo movimiento el timón
-¡¿Qué
haces?! ¡Era un clásico!
-¡No
me importa, salta!
Saltamos
del auto y rodamos por la pista. Por nuestra piel resistente a ciertos golpes
no nos paso nada pero el auto choco contra un muro y quedo inservible
-¡El
auto especial para el Papa! ¿¡Por que lo hiciste!?
-¿Era
para el Papa? Me alegro que lo haya destruido. ¿Tienes el disco?
-Si
lo tengo.
A
lo lejos se escuchaban ruidos de sirenas: Era la policía que había recibido
informes de un auto viajando a excesiva velocidad y yendo contra el tráfico.
Era
muy probable que la Sociedad de Leopoldo también estuviera en camino.
-Corre
Milagros.
-¿A
dónde?
-Vamos
hacia Miraflores.
-¿Qué?
-¡Corre
y no preguntes!
-Pero…
No
tenia tiempo para discutir con Milagros, la agarre del brazo y corrí con ella
rumbo a Miraflores.
Sin
Shogo y Stephanie solo tenia un lugar donde ocultarme, no me gustaba mucho la
idea pero era mejor ocultarme por ahora…
Vaynard
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