miércoles, 17 de febrero de 2010

Milagros Grace: La vengadora

Corría el año de 1992 cuando Milagros Grace tenía 4 años. Ella es la hija de lo que fue el matrimonio Grace Santos, una pareja joven limeña, muy enamorada y con ganas de surgir por su bienestar y el de su pequeña hija.

Cuando Milagros cumplió los 4 años de edad recibió la noticia que su padre, el buen señor Antonio Grace, partiría rumbo a España por asuntos laborales. La pequeña Milagros no pudo contener el llanto aquel día, pero su madre la calmo diciéndole que su padre se iba para buscar un futuro mejor para ella.

Pero algo no dejaba tranquila a la pequeña Milagros Grace, algo le decía que su padre no volvería o si volvía quizá seria con otra familia. Para tener 4 años Milagros era muy despierta y muy madura, tanto que sabia la realidad de los amores de lejos.

Pero por más suplicas y lagrimas que derramo no pudo evitar el destino de su padre.

El señor Antonio Grace era una persona muy correcta y quería mucho a su familia. Cada semana el se comunicaba con su familia para ver como estaba su amada esposa y su adorada hija. Las llamadas internacionales en ese entonces eran muy caras pero al señor Grace no le importaba con tal de escuchar las voces de sus dos amores.

Fueron varias navidades que Milagros paso sin su padre, para ser exacto fueron como seis. Imagínense navidades incompletas, felicidades a medias, risas huecas para esconder el dolor que ella y su madre sentían por la ausencia del señor de la casa.

Pero los días de tristeza acabaron cuando Milagros llego un día de la escuela.

-“¿Qué? ¿De veras? No lo puedo creer…”-La voz de la señora Sofía Santos de Grace provenía desde la cocina del departamento donde ella y Milagros vivían.

Milagros fue hacia la cocina a ver por que su madre sonaba tan emocionada.

-¿Mamá? ¿Quién es?
-Es tu padre, quiere hablar contigo-Le dijo Sofía a su hija.
-Aló papá, ¿Cómo estas?
-“Hola hijita, bien estoy bien.”-La voz del señor Grace sonaba alegre-“Adivina”
-Pá, tu sabes que no me gustan las adivinanzas ni las cosas incompletas ¿Qué te paso?
-“Vuelvo la próxima semana a Lima”
-¡¿En serio?!-Milagros no lo podía creer
-“Si, ya estaremos juntos de nuevo y seremos una familia otra vez”

Milagros y su mamá lloraron de felicidad, era lo que ambas habían soñado durante años, volver a ser la familia feliz que era antes del viaje de Antonio. Esa noche madre e hija celebraron como nunca antes habían celebrado algo. Estaban más que felices, y no era para menos.

El vuelo del señor Antonio Grace llego un 25 de Mayo de 1999, justo el cumpleaños de Milagros, que mejor regalo para sus 11 años de edad que volver a ver su padre. Milagros fue al aeropuerto con su madre a recoger a su papá.

Cuando lo vieron, ambas corrieron hacia el, lo abrazaron, lo besaron, fue un reencuentro bastante emotivo.

-¿Y que tal el viaje cariño?
-Bien, saque mucho dinero, lo suficiente para vivir bien durante 10 años, así que vamos a invertirlo correctamente.
-¿Y como es España?-Le pregunto Milagros
-Es un lugar hermoso, con mucha cultura, claro que la vida es muy cara.
-¿Y las mujeres?-Le bromeo su esposa.
-Mentiría si digo que son feas. Las españolas en su mayoría son muy atractivas. Eso me hace acordar…
-¿Qué cosa papá?
-Hoy en la noche llega una amiga que conocí en España. Se llama Lucita pero allá en Madrid le dicen Lucía.
-¿Lucita? ¿Qué edad tiene papá?
-Parece una chica de 20 años, aunque no se realmente su edad. Te llevaras bien con ella.
-Si, ya quiero conocerla-Le respondió Milagros a su padre con una sonrisa.


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Las cuchillas de Milagros rozaron mi cuello, si no hubiera sido por mis buenos reflejos ese golpe hubiera sido el final para mi.

-Maldito vampiro, quédate quieto
-Si me quedo quieto me mataras, además yo no tengo que ver nada con Lucita.
-¡No menciones a esa perra!-Me grito Milagros tratando de aplicarme una estocada
-¿Pero que te hizo Lucita?-Le pregunte bloqueando la estocada con mi glaicus.
-¡Ya te dije que no la menciones!

Shogo se cansó de estar a la defensiva y empezó a atacarla. Pero sus ataques eran bloqueados por Milagros. Estaba muy bien entrenada.

-Shogo no te metas en esto.
-Pero Vaynard, ella quiere matarnos, la tengo que detener-Me dijo Shogo mientras asestaba golpes de glaicus contra Milagros.
-¡Te he dicho que pares!-Le grite.

Shogo paro su ataque y retrocedió.

-¿Pero que te pasa?
-Nada, es que…
-¿Qué cosa?
-Note que su odio no es contra “todos” los vampiros
-¿Qué?
-Esa vampiresa, Lucita, algo le debe haber hecho a Milagros, algo muy malo. Y no lo averiguare si te quedas aquí.
-¿Quieres que me vaya? Vaynard, esa chica puede matarte.
-Lo se, pero es un riesgo que tengo que correr. Ahora vete, de seguro que Stephanie y los demás están persiguiendo a Degónius.
-¿Pero…?
-¡Solo vete!-Le dije a Shogo.

Shogo no discutió más y se retiro del lugar dejándome a Milagros y a mí a solas.

-Eres muy valiente, o muy idiota para decidir enfrentarme solo.
-No quiero pelear, solo quiero saber que paso con Lucita. Yo no tengo que ver nada con ella, pero quisiera saber el por que tu…
-¿El por que odio a los vampiros?
-Si, eso

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El mismo 25 de Mayo en la noche llego Lucita. La señora de Grace y Milagros se quedaron admiradas de la belleza de Lucita.

Era alta y esbelta, con piel olivácea y cabello negro. Aparentaba la edad de una joven de 20 años. Usaba un vestido morado con adornos negros. Sus ojos mostraban mucha vitalidad y una confianza grande.

Todo el aeropuerto se quedo paralizado por la belleza de la madrileña que acababa de pisar suelo limeño.

-¡Aquí Lucita!- El señor Grace agito su brazo y gritó para llamar la atención de Lucita.

Lucita fue hacia donde estaba la familia Grace Santos.

-Hola Antonio, que buena bienvenida
-Gracias, me alegro que vinieras
-Y vosotras son su esposa e hija ¿cierto?-Lucita se dirigió a las dos mujeres.

Milagros estaba impresionada con la belleza de aquella dama extranjera. No había belleza tal como la de Lucita. Una tez suave, como si hubiera sido esculpida en mármol por el mismo Miguel Ángel.

-Hola, yo soy Milagros, mucho gusto.
-Hola Milagros, tu padre habla mucho de ti.
-¿En serio?
-Si, tu padre te quiere mucho-Le dijo Lucita a Milagros con un acento español muy hermoso.

Los días pasaron, luego los meses y luego dos años. Todos habían cambiado un poco excepto Lucita que mantenía su mismo rostro sin cansancio, sin arrugas, sin errores. Un rostro y cuerpo perfecto que robaba los corazones de cada hombre que la miraba, y el señor Grace no fue la excepción.
El señor Grace, aquel padre dedicado y esposo amoroso cambio su actitud. Se volvió más frío, cortante, ya no demostraba la alegría que lo caracterizaba y siempre llegaba tarde y cansado, como si algo o alguien le estuviese absorbiendo la vitalidad.

Milagros noto el cambio de su padre muy rápido. Siempre había discusiones en casa por cualquier cosa. El señor Grace siempre paraba irritado, excepto cuando hablaba de su querida amiga Lucita.

El hablar de Lucita llego a ser muy incomodo para Milagros y su madre.

Las discusiones no paraban. Todas las noches eran pleitos y más pleitos, hasta que un día sucedió lo inevitable.

-¡Quiero el divorcio!-Sofía se había artado de la relación que últimamente llevaba con su esposo.
-¡Bien! ¡¿Eso quieres?! ¡Pues eso tendrás!
-No se que te paso…Desde que esa mujer Lucita vino a Lima tu cambiaste.
-No metas a Lucita en esto.
-¿Por qué no? Ese es mi punto de vista.
-Lucita no tiene nada que ver en esta relación, que por cierto ya esta arruinada.
-¡No te quiero volver a ver!-Le grito Sofía a Antonio con lagrimas en los ojos.

Antonio salio enojado de la casa. Sofía se quedo llorando en el sofá.
Milagros había presenciado todo eso desde su habitación. En su cabeza solo había una idea: La culpable de la destrucción de la relación de sus padres era Lucita, no había duda alguna.

Así que un día Milagros fue a buscar a su padre al departamento donde el se había ido a vivir. Ella estaba segura que podía arreglar la relación de sus padres, solo seria cuestión de convencer a Antonio que deje de ver a Lucita, o mudarse lejos, hacer una nueva vida los tres juntos.

Pero lo que Milagros vio al llegar al departamento de su padre fue lo peor que le pudo haber pasado.

En el piso estaba el cuerpo de su madre, la señora Sofía, inerte. Y en el sofá estaba Antonio abrazando a Lucita. Claro que la expresión del padre de Milagros no mostraba nada, no había ningún signo de emoción en su mirada.

Lucita por su parte estaba besando el cuello de Antonio. Pero aquel beso que Lucita daba a Antonio no era simplemente un beso. Lucita estaba ingiriendo la sangre del padre de Milagros.

-¡Mamá! ¡Papá!-Milagros salio del shock en el que había caído al ver la escena.

Lucita dejo de succionar la sangre de Antonio y miro a la asustada Milagros.

-Tu madre vino a hablar con tu padre, pero nos encontró a ambos besándonos. La pobre no aguanto la ira que la invadía y decidió atacarme…Que humana para mas gilipollas.-Le dijo Lucita a Milagros entre risas.
-¿Qué eres?
-Yo, mi querida amiguita, soy una vampiresa. Y debo decir que la sangre de tus padres es una de las mejores que he tomado.
-¿Por que…?-Milagros se preguntaba en voz alta entre sollozos.
-Querida, no es tu culpa, tu padre se enamoro perdidamente de mí, y decidió darme todo a cambio de mi amor, incluso su sangre.

Los ojos de Milagros cambiaron de penosos a furiosos.

-¡Te matare! ¡Te matare!-Milagros corrió hacia la mesa y cogió un cuchillo.
-¿Tu? ¿Matarme?

Milagros corrió hacia Lucita tratando de clavar el cuchillo en el pecho de la vampiresa. Pero Lucita era mas rápida que ella y pudo detener el ataque de Milagros con una sola mano.
Lucita le arrebato el cuchillo a Milagros y la levanto con un solo brazo del cuello.

-Mira niña, como te dije en un momento la sangre de tus padres estuvo deliciosa, pero de seguro tu sangre debe ser mejor, la mezcla de ambos.
-¡Suéltame!
-Te dejare vivir, hasta que crezcas un poco, de seguro la sangre de los humanos son como los vinos, mientras mas se añejen, debe ser mejor, tu eres muy joven, casi una niña, cuando seas mayor y aun quieras asesinarme búscame. Si tu pierdes tu sangre será mía ¿Entendido?

Milagros trataba de escapar de las garras de la asesina de sus padres, pero por mas esfuerzo que hacia no lograba su objetivo.

Lo último que recuerda Milagros de aquel día tan horrible fue que apareció echada en una cama. Las paredes de su alrededor estaban decoradas con figuras religiosas y en el techo de esa habitación había un símbolo de una cruz que terminaba en punta, como si fuera una espada. Era el símbolo de la Sociedad de Leopoldo, aquella sociedad que la acogió cuando Milagros estaba desamparada, que la entreno, cuido y alimento el odio hacia los hijos de Caín, los Vampiros.

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-Mato a mi familia
-¿Lucita?
-Si, es una asesina. Ella y yo tenemos un pacto. Me entrene para acabar con ella.
-Pero ¿Y eso que tiene que ver conmigo?
-La sociedad de Leopoldo teme que hayan más vampiros como tu, los que denominan renacidos. La misión de la sociedad ahora es acabar con todos los renacidos que encuentre. Pero quizá tengas amigos que conozcan a Lucita.
-No lo creo
-Entonces no me eres útil, ningún vampiro lo es. Te matare y luego seguirá Lucita.

Estaba a punto de amanecer.
-¡Genial!- Pensé –Otra noche perdida.

Si no actuaba rápido pues Milagros acabaría conmigo, ya que de día mis poderes se neutralizan quedando tan indefenso como un humano.

-Adiós Vaynard

Milagros corrió apuntando sus cuchillas hacia mi corazón.


Vaynard



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miércoles, 10 de febrero de 2010

La muerte que robo la felicidad

-¿Matarme? ¿Pero que hice ahora?
-Ser un asqueroso vampiro, eso
-Oye ¿Acaso crees que deseo ser un vampiro?
-No me importa, igual eres uno de ellos y uno muy peligroso.

Milagros seguía apuntándome con su lanza estacas.

-¿Peligroso? ¿Yo? ¡¿De que rayos me hablas?!
-¡Tu eres un renacido! Un vampiro único que puede hacer su vida tanto de día como de noche.
-¿Y?
-¿Y? Por órdenes de la sociedad de Leopoldo tengo que acabar contigo.

No podía concentrarme, tenia por delante a Degónius que trataba de matar a Milagros y por otra parte Milagros que trataba de matarme. Y yo en el medio tratando de defender a la chica que quería acabar conmigo. Tenia que hacer algo rápido o sino tanto Milagros como yo moriríamos.

-¿No puedes matarme otro día? Si no te haz dado cuenta estoy tratando de salvar tu vida.
-Nadie te pidió que lo hicieras demonio.
-No me digas así, tengo un nombre.
-¡Cállate asqueroso vampiro! Para mi sigues siendo un demonio al quien tengo que matar.

Degónius dejo de forcejear conmigo, se alejo y fue a ayudar a su mascota Blautsauger.
Eso me dio unos segundos suficientes como para alejarme de Milagros y ponerme a salvo de sus mortales estacas.

-Vaynard ¿Estas bien?-Me pregunto Stephanie
-Si, gracias.

Milagros observo a todos los renacidos y a Beckett.

-Así que todos ustedes son vampiros ¿No?
-Si, así es, pero no somos como tú crees.-Le dije
-¿De veras? ¿Acaso no tomas sangre?
-Eh…buen punto, pero eso no implica que…
-Entonces eres un vampiro.

Milagros me apunto con su lanza estacas.

-Tiene que haber una un error, yo no soy el malo aquí. Además yo no quiero ser un vampiro.
-No digas tonterías Vaynard, las personas elijen ser lo que son, nadie los obliga a serlo.
-Pero es verdad, yo…
-¡Ya cállate! No digas más. Hoy tu y tus amigos chupasangre se despedirán de este mundo.

La caza vampiros empezó su ataque lanzando una lluvia de estacas de plata que obligo a todos nosotros a movernos rápido para esquivar esos metales puntiagudos que nos podrían paralizar si tocaban nuestro corazón

-Joder contigo Vaynard-Me dijo Shogo cubriéndose detrás de un árbol -¿Por qué siempre te tienes que fijar en chicas locas? ¿No puedes buscarte a alguien normal?
-¿Puedes dejar el sermón para luego?-Me había puesto detrás de un muro cerca al árbol donde Shogo se estaba cubriendo.-Tenemos que detenerla y acabar con Degónius.
-¿No puede ser un loco a la vez?-Me pregunto
-No esta loca-Le respondí-Solo que no se el por que odia tanto a los vampiros

La lluvia de estacas no cesaba.

-Ya me canse de esa niña-Karl estaba muy enojado, solo bastaba con un loco como Degónius para acabar con su paciencia así que una caza vampiros lo había hecho enojar mas de la cuenta.
-Karl no hagas nada-Le dijo Vladimir.
-Vladimir tiene razón-Dijo Stephanie, los tres estaban ocultos detrás de un auto.-Nuestro objetivo no es esa chica, sino el Blautsauger y Degónius.

La lluvia de estacas paro. Milagros empezó a recargar rápidamente sus muñequeras mortales.

Shogo y yo corrimos hacia Milagros tan rápido que no tuvo tiempo de realizar la recarga completa. Para ser humana, tiene una velocidad y reflejos increíbles.

-No queremos pelear contigo. Tenemos trabajo que hacer. Ese vampiro que casi te mata es un…
-No me importa quien sea, tú vales más que cualquier vampiro. Eres un ser muy peligroso, de seguro si te elimino podré tener acceso a toda la información de la Sociedad de Leopoldo y podré cumplir mi objetivo más rápido de lo esperado.
-¿Objetivo? ¿Qué objetivo?
-Acabar con todos los de tu raza.
-¿Con todos los vampiros?-Shogo pregunto con tono de burla-Disculpa pero no creo que puedas acabar con todos los…

Tres estacas volaron hacia Shogo que por suerte las pudo esquivar.

-¡Oye! ¡Haz podido matarme!-Le grito Shogo a Milagros
-Eres rápido demonio.
-Milagros cálmate un momento. Quizá podemos resolver esto de alguna otra manera-Yo siempre tan diplomático
-Cierra la boca y prepárate a morir-Milagros mando mi diplomacia por un tubo.


Sus muñequeras para sorpresa mía y de Shogo no solo lanzaban estacas, sino también tenían un botón que al activarlas sacaban dos filudas cuchillas casi tan filudas y letales como nuestras glaicus.

-Vaya, eso no lo vi venir-Me dijo Shogo tragando saliva.

Milagros empezó a atacarnos con sus cuchillas. No nos quedo remedio que presionar los botones de nuestras glaicus para defendernos de los ataques de la caza vampiros.

Mientras Shogo y yo nos defendíamos de los mortales y certeros ataques de Milagros, Stephanie, Karl y Vladimir fueron a perseguir a Degónius que había aprovechado el pánico generado por la señorita Grace para huir llevándose consigo a su monstruo. Beckett también había desaparecido.

Milagros había sido muy bien entrenada para pelear de esa manera. Si nosotros no hubiéramos entrenado con Beckett o con Stephanie de seguro que hace rato ella nos hubiera cortado el cuello con un solo movimiento de sus cuchillas.

-Detente, no queremos pelear contigo
-Cállate, seres como tu merecen morir-Me decía Milagros mientras su cuchilla chocaba con la de mi glaicus.
-¿Pero que te hemos hecho nosotros?-Le pregunto Shogo justo antes de detener un fuerte golpe producido por Milagros

Milagros retrocedió unos siete pasos. Estaba furiosa y triste a la vez.

-Una vampiresa…una vampiresa destruyo lo que más quería en esta vida.
-¿Vampiresa? ¿Stephanie acaso?
-¿Quién? ¿Te refieres a tu amiga? No ella no fue, pero también acabare con ella.
-Como si pudieras-Murmuro Shogo con tono de burla.
-Entonces ¿Quién fue?
-Su nombre es Lucita, una Lasombra antitribu.
-¿Lasombra?
-Si, es muy hermosa y por eso los estúpidos hombres caen rendidos a sus pies, son capases de dejar a sus novias, esposas, familias por seguirla.
-Pero ¿Qué te hizo Lucita?-Le pregunte

La mirada de Milagros se perdió en el vacío, al parecer sus pensamientos volvieron al pasado, a su terrible pasado de sufrimiento.

Pero ese estado solo duro unos segundos. Su mirada volvió a ser la de la cazadora fría y feroz que era.

-No les importa lo que me haya pasado.-Milagros nos apunto con sus dos cuchillas.-Acabe con ustedes en este momento.

Se puso en posición de ataque. Estaba decidida a eliminarnos y nosotros no nos dejaríamos matar.

-Quizá esa tal Lucita le quito un novio o algo ¿No crees Vaynard?-Me pregunto Shogo
-No lo se, pero mejor prepárate a defenderte. Esa chica, Milagros Grace, esta muy bien entrenada. Al parecer la Sociedad de Leopoldo la entreno con la finalidad de acabar con todos los vampiros, es tan ágil como una Assamita.

Shogo y yo nos preparamos para cualquier ataque de Milagros.

-Antes de matarlos quiero preguntarles algo.
-¿Qué cosa?-Le pregunte bajando la guardia un poco.
-¿Cómo es posible que seres muertos como ustedes, sin corazón, sin ningún sentimiento humano quiten la felicidad al resto de personas?
-¿Qué? Oye yo aun tengo sentimientos humanos así que no generalices-Le respondí.

Milagros esbozo una sonrisa.

-Lo siento por tu novia Vaynard, pero es mi deber eliminarte. Adiós.
-Espera ¿No podemos hablar?

Milagros corrió hacia nosotros, esta vez quería acabar su trabajo como caza vampiros y trataría de no cometer errores.

¿Quién era Lucita? ¿Qué le había pasado a Milagros? ¿Por qué piensa que todos los vampiros destruimos la felicidad de los humanos? Tenia ya varias cosas en mi cabeza y todas esas preguntas tendrían respuesta si es que sobrevivía al ataque de Milagros.




Vaynard



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martes, 2 de febrero de 2010

La hermosa cazavampiros

Karl y Vladimir se comieron su asombro y fueron a atacar al Blautsauger. Ellos siendo Assamitas tendían siempre a dar el primer golpe, y esta vez no fue la excepción.

Karl salto sobre la cabeza del monstruo para acertar un golpe directo sobre el en picada.
Vladimir apunto su glaicus hacia donde debería estar el corazón de esa bestia.

Ambos dieron el golpe al mismo tiempo, pero no paso nada.
Sully contraataco, lo que origino que Vladimir y Karl retrocedieran.

-Le di en el corazón pero aun se mueve ¿Qué es eso?- Pregunto Vladimir asombrado-
-Los Blautsaugers pueden modificar su estructura externa como interna, es por eso que no lo paralizaste con la estocada que le diste.-Le respondió Beckett.
-¿Alguna idea para acabar con eso?-Pregunto Karl que se empezaba a fastidiar.
-Solo conozco una manera, pero aun falta mucho para eso-Le respondió Stephanie
-¿Cuál es?-Le pregunto Vladimir
-Esperar a que amanezca, los rayos del sol acaban con esos monstruos.

Karl ajusto su puño izquierdo que empezó a cristalizarse. Usaría su puño de hielo.

-¡Ya me harte de sujetos locos como tu!-Karl lanzo su puño de hielo contra Degónius.

El ataque fue a mucha velocidad, Degónius no podía esquivarlo, al parecer Karl acertaría el golpe, pero en menos de lo que tarda un pestañar, Sully se puso de escudo entre Degónius y el mortífero ataque de Karl.

-Pero que…
-Gracias Sully-Le dijo Degónius a su monstruosa creación dándole una palmada en lo que vendría ser el hombro de la criatura- Por eso te aprecio tanto.

El Blautsauger emitió un rugido que hizo retroceder a Stephanie. Shogo le agarro la mano.

-Esta vez yo te protegeré
-Pero… ¿Por qué?-Stephanie se puso un poco nerviosa de la reacción de Shogo.
-Por que…-Shogo acerco su cara a la de Stephanie-No quiero deber favores a nadie, “mi princesa”
-Eres un imbecil ¿Lo sabias?
-Si, lo se.

Shogo se acerco a mí

-¿Terminaste de coquetear?-Le pregunte
-Si, pero no resulto. Una pregunta Vaynard ¿Qué técnica usaste con esa chica…Milagros?
-Ninguna, y mejor hablemos de esto luego. Tenemos que acabar con Degónius.


Degónius nos miro a Shogo y a mi.

-¿Por que ustedes si están vivos y mi otro Blautsauger termino hecho cenizas?
-Eso no es de tu incumbencia- Le respondí
-Vaya, eres muy contestón para ser un Ventrue, incluso muy contestón para ser tan joven ¿Cómo te llamas?
-Vaynard, mi nombre es Vaynard

Degónius se sorprendió al escuchar mi nombre.

-¿Vaynard? ¿Tú?
-Si, ¿Algún problema?
-Si tú eres Vaynard, entonces tu amigo Gangrel debe ser ¿Shogo?
-¿Cómo sabes nuestros nombres?-Le pregunto Shogo.
-No lo puedo creer…ustedes son renacidos…

Los ojos de Degónius empezaron a brillar, al parecer el tema de los renacidos le atraía mucho.

-Ustedes son renacidos, increíble, realmente resultó entonces…
-¿Qué resultó?
-¿Acaso Beckett no les a contado nada?-Nos pregunto Degónius.
-Estaba a punto de contarnos algo, hasta que tú arruinaste la noche por segunda vez.
-Ah…ya veo. En ese caso yo les contare todo.

Los cinco renacidos que estábamos ahí nos quedamos mirando sorprendidos a Degónius. ¿Cómo rayos ese Tremere desquiciado sabia de nuestro origen? A menos que…

-¿Tu nos creaste?-Le pregunte
-No, pero ayude en su creación.
-¿Sabes entonces quien nos creo?
-Si, y Beckett también lo sabe, después de todo Beckett fue quien…
-¡Ya cierra la boca Degónius!-Beckett lo mando a callar de un solo grito.

Degónius y Beckett sabían algo, y es más, según Degónius el había sido participado en nuestra creación y Beckett estaba enterado de ello.

-Ahora mismo van a explicar que pasa aquí-Dijo Stephanie.
-Si, ya no entiendo nada. ¿Acaso varios vampiros pueden transformar a una persona en renacidos? ¡Explíquense!-Ya me había alterado.

Degónius empezó a reír, quizá su plan era generar intriga y confusión para luego matarnos, con lo demente que el estaba pues era una opción valida.

Nuestra concentración en Degónius se nos fue cuando escuchamos a Sully rugir.
Todos volteamos a ver el por que Sully había emitido tal rugido. Nuestra sorpresa fue muy grande al ver al monstruo.

Sully, el Blautsauger, estaba completamente atravesado por varias estacas de plata en todo lo que vendría ser su pecho.

-¡Sully!-Degónius estaba muy sorprendido por lo que le habían hecho a su mascota.

El Blautsauger estaba inmóvil, al parecer alguna de las estacas había atinado al corazón.

-Tu bestia no podrá moverse, una estaca dio directamente en su corazón. Ahí se quedara hasta que amanezca.-La voz de una mujer se escucho desde el lado de donde habían venido las estacas.

Todos nos quedamos en silencio y sorprendidos al ver a la mujer que se acercaba hacia nosotros, sobretodo Beckett, Shogo y yo.

La mujer era nada menos que Milagros Grace, la chica que habíamos conocido en el Taita jugando póker.


-Vaynard…ella es…-Shogo estaba extrañado
-Si, es la chica del bar.
-¿Qué chica?-Le pregunto Stephanie a Shogo.
-Lo que pasa es que conocimos una chica en el Taita, y al parecer Vaynard y ella congeniaron muy bien
-¿Qué? Esperaba eso de Shogo pero ¿Tu Vaynard? ¿Y María?-Me pregunto Stephanie
-¡Oye! ¡¿Por qué si esperarías algo así de mi?! Yo nunca te seria infiel.-Le respondió Shogo
-No paso nada entre nosotros, solo fue un intercambio de palabras, nada más
-Y te cogió la mano-Agrego Shogo

Le lancé una mirada a Shogo como diciéndole “Cállate imbecil, ahora Stephanie va a decir algo que todas las mujeres dicen”

-Todos los hombres son iguales, no importa cuanto tiempo pase, seguirán siendo de lo peor.-Dijo Stephanie moviendo la cabeza de un lado a otro como resignándose de algo.
-¡Que no paso nada! ¡Además yo no puedo ser infiel!-Le dije a Stephanie
-¿Ya lo haz intentado?
-Eh…-No miento muy bien-No…
-Mentiroso ¡Ya lo haz intentado!
-Solo una vez…pero no resulto
-¡OH! Que pena…-Respondió con sarcasmo Stephanie.
-Además, no creo que te debas preocupar por mi, teniendo a Shogo de novio
-¡No somos novios!-Gritaron los dos.

Ese grito de Shogo y Stephanie llamo la atención de Milagros. Ella se nos empezó a acercar.

-Ustedes no han visto nada ¿OK?, si le cuentan a la policía ellos no les van a creer-Nos decía mientras se nos acercaba.
-¿Acaso piensa que somos humanos?-Me dijo Shogo
-Si…eso parece
-Así que ya saben, ahora váyanse antes que… ¡OH! Yo te conozco-Milagros me señalo.- ¿Ricardo? ¿Qué haces aquí?
-Este…yo…paseaba con mis…amigos, si, mis amigos-Dije señalando con el pulgar hacia atrás a Shogo, Stephanie y Beckett.

Milagros llevaba dos lanza estacas en sus dos muñecas, es como un dispositivo semiautomático de lanzamiento de dardos color dorados, solo que esta vez estaban cargadas con estacas de plata y se adaptaban de tal forma que parecían unas simples muñequeras.

En dichas muñequeras había un símbolo de bajo relieve en forma de una cruz pero la parte final de dicha cruz terminada en punta, como si fuera una espada.

-Ricardo, esto es muy peligroso, será mejor que te vayas y llévate a tus amigos, alguien podría resultar herido.
-¿Qué? No, quiero saber que esta pasando aquí. ¿Quién eres en realidad?
-Olvídalo ¿Quieres? Solo vete.

Degónius también había visto las muñequeras de Milagros.

-Leopoldo…-Dijo Degónius.

Milagros lo miro.

-Tu perteneces a la Sociedad de Leopoldo, es por eso que sabes como paralizar a los Blautsauger.

Beckett, al escuchar eso, dio unos pasos atrás.

-¿Sociedad de Leopoldo? ¿Qué es eso?-Pregunte
-No voy a explicarte ahora Ricardo.-Me respondió Milagros.
-La sociedad de Leopoldo son caza vampiros que existen desde la época medieval. Son el grupo de élite de los inquisidores. Ellos nos creen demonios.-Dijo Degónius ganándose la atención de todos, especialmente de Milagros.
-Así que si sabes a donde pertenezco, eso es bueno. Por lo menos sabrás quien te mando de vuelta al infierno, donde perteneces.-Milagros recargo sus mortales muñequeras para asestar un golpe contra Degónius.

Todos nos quedamos sorprendidos al oír a Degónius. Una caza vampiros ¿Era broma acaso?

-¿Caza…vampiros?-Le pregunte con duda
-Si, así es-Me respondió
-¿Como Buffy?-Le pregunto Shogo
-Si, algo así- Dijo Milagros entre risas.

Esto no era bueno, si Degónius con su bestia paralizada ya eran peligrosos pues ahora con una caza vampiros que había podido paralizar a un Blautsauger (cosa que ni siquiera Karl y Vladimir habían podido hacer) ya era más peligroso aun.

-¿Estas listo demonio? No quiero perder toda mi noche aquí.
-Eres valiente humana, o podría decirse muy estúpida y arrogante.-Degónius empezó a ajustar sus puños que se empezaron a emitir una especie de aura color carmesí
-¿Pero que es eso?-Pregunto Stephanie.

Degónius corrió hacia Milagros con sus manos estiradas. Milagros no se dejo atrapañar por la inesperada reacción del Tremere y empezó a disparar sus estacas, pero ninguna de las estacas dio en el blanco.

Degónius estaba muy cerca de Milagros.

-Joder-Corrí hacia Milagros y la empuje hacia el suelo, esquivando así Degónius.

-Oye ¿Qué haces?
-Salvándote
-¿O aprovechándote de la situación?
-Quizá…

-¡No dejes que la toque! ¡Degónius esta usando Taumaturgia! Si la llega a tocar su sangre hervirá y morirá.-Beckett me grito advirtiéndome de la intención de Degónius.

-¿Cómo sabe lo de Taumaturgia?-Me pregunto Milagros.
-Dejemos ese tema pendiente ¿Te parece?-Le respondí.

No había mucho tiempo para hablar por que Degónius venia de vuelta hacia Milagros.

Saque mi glaicus y la active. La hoja salio tan rápido como un pestañear. Estaba preparado para cualquier ataque de Degónius

La hoja de mi glaicus se interpuso entre las manos de Degónius y el cuerpo de Milagros.

-No le vas a hacer daño, yo la protegeré.
-Apártate Ventrue, luego juego contigo.-Me respondió Degónius
-No lo haré
-¿Es que acaso todos los renacidos son tercos? ¡Apártate!
-No, no lastimaras a nadie mas, ya sean humanos o vampiros.

Degónius y yo nos pusimos a forcejear.
-¿Renacido? ¿Ventrue?-Milagros observo mi espalda.
-Si, ¿Qué no te había contado?-Le pregunte mientras forcejeaba con Degónius
-Tú…tú eres…
-Si, tu protector es un vampiro renacido. Y su nombre no es Ricardo, se llama Vaynard- Le respondió Degónius a Milagros.

Milagros se quedo en shock por unos segundos

-Yo te he estado buscando…Vaynard…el vampiro
-¿Qué? ¿A mi? ¿Para?

Sentí los nudillos de Milagros en mi nuca.

-Para matarte.



Vaynard



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