domingo, 25 de noviembre de 2012

Escape del cuartel




El silencio del cual gozaba el cuartel de la sociedad de Leopoldo camuflado como un convento se vio bruscamente interrumpido por las explosiones las balas explosivas que salían de la minigatling del padre Rimara.

-¡Muere Vaynard!-Gritaba Rimara descargando todo su arsenal sobre mi.
-¡Detente Rimara, destruirás todo!-Le respondí mientras corría evitando tanto las balas como las explosiones.

El cuartel se estaba cayendo a pedazos. No soportaría muchas explosiones más.

Por suerte los disparos cesaron,  las municiones explosivas de Rimara habían llegado a su fin.

-Maldición.
-¡Es mi turno!-Corrí hacia el con mi glaicus que mostraba un hermoso brillo en la hoja, era el brillo del acero pidiendo saciar su sed de sangre.

Rimara dio media vuelta y corrió hacia el  gran vestíbulo del cuartel (que milagrosamente aun seguía intacto) y se metió en una habitación.

-Ríndete Rimara, no tienes escapatoria.-Dije entrando al vestíbulo.

El sacerdote había dejado la puerta de su temporal refugio abierta, así que entre a terminar este combate.

-Rimara, esto acabo.
-Aun no- Contesto Rimara camuflándose en la oscuridad del cuarto.
-No seas tonto, soy un vampiro, puedo ver en la oscuridad, de nada sirve esconderte.
-¿Y eso te hace sentir orgulloso?
-No, pero es una habilidad que sirve para los combates.-Aun no había usado Auspex, es mas, nisiquera estaba tratando de encontrarlo, solo quería acabar con esto sea peleando o sin pelear.
-Vaynard ¿Pelearías conmigo sin usar tus “habilidades”?
-No voy a pelear. Solo déjanos a Milagros y a mi salir de este lugar con el libro y listo.

Rimara salio de las sombras, tenia en su mano derecha un sable con un mango dorado.

-Rimara…
-Lo que busca Milagros no es un libro
-¿Qué?
-Milagros busca un libro antiguo, pero nosotros no lo tenemos en un libro.
-¿Ah?
-La información esta en un ordenador, en un disco duro. Nunca lo encontrara.
-No deberías de subestimar a Milagros, después de todo la entrenaron para ser una experta cazadora.
-Mientras ella se demora buscando el Corpus Maleficarum, me gustaría saber si podrías vencer a un humano sin usar tus habilidades vampiricas, una pelea limpia como se diría, claro que para ustedes los vampiros eso no existe.

Rimara me apunto con su sable, estaba muy decidido a acabar conmigo.

-¿Y bien? ¿Aceptas?

No quería, pero si Milagros necesitaba más tiempo para encontrar lo que buscábamos no me quedaba otra opción.

-Esta bien Rimara. Ataca.

Rimara corrió hacia mi con la única intención de destajarme el cuello, fue muy veloz, estuve muy cerca de morir decapitado.

-Buenos reflejos vampiro
-Y tú eres muy veloz para ser…humano

Volvió a atacar, su golpe fue detenido por mi glaicus. El impacto fue tan fuerte que genero chispas.

-No me vencerás tan fácilmente
-No sabes usar una espada Vaynard.
-¡¿Qué?!  ¡Como te atreves!

Empuje a Rimara haciéndolo retroceder, corrí hacia el y di un giro de 360° apoyado sobre mi pie derecho, mi objetivo: Cortar en dos al sacerdote.

Rimara pudo detener el golpe a tiempo. Para una persona normal ese golpe hubiera sido su fin.
El impacto fue muy fuerte, Rimara tuvo que retroceder y ponerse en una posición defensiva por si es que otro golpe llegaba hacia el.

-¿Decías?-Le pregunte en tono de burla a Rimara.
-Retiro lo dicho vampiro, sabes usar la espada.

Nos seguimos atacando, nuestros sables sacaban chispas con cada choque. Rimara quería matarme y yo quería demostrarle que soy muy buen espadachín (me había dolido en el alma, si es que tengo, que me haya dicho que no sabia usar una espada)

-¡¿Qué esperas Rimara?! ¡Ataca con todo!
-¡Maldito chupasangre, morirás!

El sacerdote corrió queriendo acabar este combate con una estocada en mi garganta.
Me moví rápidamente hacia mi izquierda haciendo que la hoja del sable del padre Rimara siguiera su trayecto recto hacia la nada.

Rimara reacciono y dirigió su sable hacia su derecha con la intención de cortarme el cuello pero puse mi glaicus detuvo el golpe a centímetros del objetivo del sacerdote, el no se lo espero.

Realice un giro apoyado en mi pie izquierdo, empujando la hoja del sable de Rimara hacia un lado y dejándolo desprotegido ante cualquier ataque, a la vez mi glaicus se dirigía hacia la nuca del sacerdote golpeándolo fuertemente sin cortarlo.

El padre Rimara trato de aguantar el golpe pero, como todo mortal, no pudo hacerlo y su cuerpo salio volando tres metros hacia los escombros del patio principal.

-Rimara, un humano nunca podrá vencer a un vampiro en un combate uno a uno, te lo trate de advertir pero no hiciste caso-Mis ojos se estaban tornando color carmesí.

Rimara se levanto a duras penas.

-Por que… ¿Por qué no acabaste conmigo?
-Le prometí a Milagros que no mataría a ninguno de los miembros de su familia, por que eso es lo que son ustedes para ella.
-Eres extraño Vaynard, no me mataste teniendo la oportunidad de cortarme la cabeza, un vampiro normal no hubiera hecho eso.
-No soy un vampiro normal.

Unos pasos se escucharon a lo lejos, era Milagros y llevaba en su mano el disco duro de un ordenador, había encontrado el Corpus Maleficarum.

-¡Vaynard, lo tengo!
-¿Por qué tardaste tanto?
-No era un libro, era un disco duro.

Milagros vio a su alrededor, toda la zona del patio principal, parte de la primera planta y la segunda planta estaban destruidos.

-¿Qué demonios paso aquí?
-Pregúntale a tu amigo el sacerdote y a sus balas explosivas.
-¡No le faltes el respeto al padre Rimara!-Me grito Milagros –Lo siento padre, Vaynard carece de modales.
-¿Qué? ¡¿Qué?!- Le respondí- ¡El trato de matarme! ¿Por qué le pides disculpas?

Rimara, que se estaba recuperando del fuerte golpe recibido hace unos instantes, se quedo observando a Milagros.

-¿Por qué Milagros? ¿Por qué tu venganza pudo más?
-Padre, lo siento mucho. Se que lo que he hecho no tiene perdón, se que condene mi cuerpo como mi alma pero…
-¿Pero?
-…Pero me entrenaron con un propósito, y es librar a la tierra del mal. Uno de esos males son los vampiros.  Pero como vera, no todos los vampiros son malvados. Vaynard, a quien estaba persiguiendo para darle muerte trato de defenderme dos veces. Y por lo visto usted ya lo noto.

Rimara estaba en silencio, lo que decía Milagros tenia sentido, yo no era malo, incluso teniendo la oportunidad de matar al sacerdote no lo hice, eso debe de contar como un punto a favor mió ¿No creen?

-Padre, se que no debí convertirme en una vampira, pero si moría, mis padres nunca encontrarían el descanso eterno y no podría completar la misión que se me encomendó. Seres como Lucita o el Sire de Vaynard, que lo convirtió sin el desearlo son la maldad que debemos eliminar, ellos son los verdaderos enemigos del mundo. Y si convirtiéndome en lo que jure destruir ayudara a restablecer la paz y la justicia en la tierra pues…

-Pues... ¿Que?-Rimara le pregunto a Milagros
-Pues…-Milagros voltio a verme – No me arrepiento de la decisión que tome y de esta nueva oportunidad que tengo de acabar con el mal.

Mire al padre Rimara, una mezcla de tristeza y aceptación se reflejaban en sus ojos.

-Bien, creo que perdí ¿No? Ya tienen lo que buscaban, se pueden ir.
-Padre yo…-Milagros quería decirle algo más.
-Milagros, espero que puedas vengar a tu familia, pero recuerda que por ser una vampira con habilidades peligrosas tú nombre figurara en la lista del Corpus Maleficarum, la sociedad no será inflexible en sus acciones y te cazaran.  Te dejare ir por esta vez. Ahora váyanse antes que el pelotón de asalto de la sociedad vengan.

Rimara no se equivoco, un grupo numeroso empezó a entrar al cuartel, estaban fuertemente armados y lo mas probable es que sus municiones fueran las mismas balas explosivas que el padre uso en su ametralladora.

-¿Hay algún vehiculo que podamos usar?- Le pregunte a Rimara
-Si, sigan de frente hasta el patio trasero y doblen a la izquierda, hay un portón de rejas y unos cinco vehículos.
-Gracias, vamos Milagros.
-Si
-Espera Vaynard- Rimara estaba muy serio.
-¿Ahora que?
-Tú también serás perseguido por nosotros que no te quepa duda, así que por favor…cuida a Milagros.
-Descuide reverendo, lo haré.-Le dije sonriendo.

El pelotón de asalto entro y empezó a disparar.
Las ráfagas de balas nos rozaban pero ninguna afortunadamente nos dio.

Llegue con Milagros hacia uno de los vehículos.

-¿Pero que carazos es esa cosa?-Dije señalando el vehiculo
-Es un Packard coupé convertible 8, modelo 1935- Me respondió Milagros –Es un clásico.
-Eso es chatarra ¿A cuanto va? ¿A 10 kilómetros por hora?
-¡Deja de quejarte y sube!

El pelotón de asalto entro a la zona de vehículos y empezó a disparar.

-¡¿Qué esperas?! ¡Arranca!
-Eso intento- Decía Milagros tratando de arrancar.

El motor encendió

-¡Perfecto!- dijo Milagros- ¡Vamonos!
-¡Espera! ¡Noooo….!

Milagros piso el acelerador y el auto salio disparado a más de 100 kilómetros por hora

-¡Estas loca! ¡Vas a matarnos!
-¡Ya estamos muertos! ¡No te quejes!

Rompimos la cerca de seguridad y salimos hacia la calle, hacia la avenida.

-¿Nos siguen?
-¿Bromeas no? Esta cosa esta a más de ciento veinte kilómetros por hora ¡Como rayos nos van a seguir!
-¿Te da miedo como conduzco Vaynard?-Milagros me miro con una sonrisa burlona dibujada en su rostro.
-No me da miedo solo que… ¡Camión! ¡Camión! ¡Camión!


Milagros movió rápidamente el timón esquivando al gran camión de carga que venia directo a nosotros

-¡Pero estas demenente! ¡Estamos en contra del tráfico! ¡No sabes conducir!
-¡No me grites! ¡Me estoy esforzando!
-¡Increíble! ¡Puedes matar como toda una asesina profesional pero no puedes conducir un auto!
-¡Cállate!

Milagros aun seguía conduciendo contra el trafico y esquivando a cada auto que venia hacia nosotros.

-¡Suelta el volante!
-¿Qué?
-¡Suelta el maldito volante!
-¡Muerte Vaynard!
-¡Si no lo sueltas ambos moriremos! ¡Es que es un común que ninguna mujer sepa conducir!
-¡Machista!
-¡Suelta el volante!
-¡No!

Saque mi glaicus, lo active y corte de un solo movimiento el timón

-¡¿Qué haces?! ¡Era un clásico!
-¡No me importa, salta!

Saltamos del auto y rodamos por la pista. Por nuestra piel resistente a ciertos golpes no nos paso nada pero el auto choco contra un muro y quedo inservible

-¡El auto especial para el Papa! ¿¡Por que lo hiciste!?
-¿Era para el Papa? Me alegro que lo haya destruido. ¿Tienes el disco?
-Si lo tengo.

A lo lejos se escuchaban ruidos de sirenas: Era la policía que había recibido informes de un auto viajando a excesiva velocidad y yendo contra el tráfico.

Era muy probable que la Sociedad de Leopoldo también estuviera en camino.

-Corre Milagros.
-¿A dónde?
-Vamos hacia Miraflores.
-¿Qué?
-¡Corre y no preguntes!
-Pero…

No tenia tiempo para discutir con Milagros, la agarre del brazo y corrí con ella rumbo a Miraflores.

Sin Shogo y Stephanie solo tenia un lugar donde ocultarme, no me gustaba mucho la idea pero era mejor ocultarme por ahora…


Vaynard



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martes, 20 de noviembre de 2012

El plan del vampiro enmascarado

-¿Y bien Degónius? ¿Qué me puedes informar?
-Mi señor, cumplí con el objetivo, la humana a muerto.
-Magnifico. ¿Y Vaynard?
-Asumo que debe estar enojado y frustrado. No pudo defender a la humana.

Degónius estaba arrodillado frente a una figura oscura que se encontraba sentada en una gran silla decorada con cráneos de oro. El sujeto que estaba sentado estaba completamente vestido de negro y tenia una mascara extraña.

-Degonius, en estos momentos nuestro mundo se encuentra en crisis ¿Lo sabes?
-Si mi señor.
-Esos vampiros renacidos salieron defectuosos, siguen apegados a los humanos y eso genera muchos retrasos en nuestros planes.
-Mi señor, Beckett esta con ellos. Los renacidos ya saben que Beckett tuvo mucho que ver en el proceso de creación.
-Beckett…Beckett, un vampiro genial, un héroe entre nosotros, una lastima que haya optado ir a favor de los humanos en esta guerra.
-Disculpe mi señor ¿Dijo guerra?
-El enmascarado se levanto de su costosa y terrorífica silla y camino hacia un gran ventanal que tenia frente a el.

-Degonius, tu eres un Tremere especial, eres un genio, amante de la ciencia y de la genética. Gracias a tu habilidad y tus experimentos hemos podido crear seres que puedan vivir bajo la luz del sol sin ningún problema, sin embargo algo fallo en nuestro plan. ¿Sabes que es ese fallo?
-Si lo se mi señor, el libre albedrío
-¡Correcto! ¿Ves por que digo que eres un genio? El libre albedrío, esa libertad de pensar, actuar y sentir por ellos mismos. Un don que los humanos no supieron aprovechar nunca. He visto desde la clandestinidad como los humanos han ido evolucionando, y puedo decir sin temor a equivocarme que mientras la ciencia humana avanza, el comportamiento de los humanos involuciona. Seres tan despreciables no deberían tener esa facultad de tener un libre albedrío. Es por eso que cree a los renacidos, bueno, no a todos. Esa chica, Stephanie, la “princesa” de Beckett fue algo que nunca estuvo dentro de mis planes.
-Mi señor ¿Desea que la elimine?
-No, aun no.

Hubo un largo silencio en aquella sala oscura.

-Si mi señor pudiera explicarme a que guerra se refiere….
-Oh! Si, lo siento, la guerra. Veras Degonius, siempre he tenido una teoría, siento que Dios en toda su gigantesca sabiduría, supo que uno de sus ángeles caídos crearía el vampirismo, y aun así, no hizo nada para evitarlo ¿Por qué? ¿Sabes la respuesta?
-No mi señor.
-En realidad nadie la sabe, pero pienso que seres tan perfectos como nosotros, excluyendo a los Nosferatus, tenían de tarea, de misión, cuidar a sus hermanos menores, a sus hermanos limitados, a los humanos. Y todo hubiera sido perfecto si tan solo se nos hubiera permitido vivir bajo la luz del sol. ¿Sabes? Siempre he pensado que ni siquiera los humanos merecen la luz del sol.

El ambiente se puso muy tenso y pesado, el frió era matador y Degonius no podía hacer otra cosa que quedarse de rodillas escuchando a su “señor” hablar.

-Le dimos todo a los humanos, creamos ciudades, creamos arte, creamos ciencia. Les enseñamos a los humanos como crear una civilización después del diluvio. ¡Creamos Cartago! Oh…mi querida Cartago, aun me duele recordar que aquella vez nos matamos entre hermanos, nosotros los vampiros aprendimos cualidades tan asquerosas, típicas de humanos, que ahora muchos jóvenes vampiros piensan que es normal hacerlas. Pero todo eso llegara a su fin.
-Mi señor ¿Que tiene en mente?

El sujeto enmascarado se alejo del ventanal y se acerco a Degonius. Se arrodillo y estuvo cara a cara (o mascara) con el Tremere.

-¿Puedo confiar en ti?
-Mi señor, le he sido leal desde que lo conocí, yo daría mi vida por usted sin dudarlo.
-Si, lo se mi amigo, y es por eso que te diré que pasara.

El “señor” de Degonius se puso de pie nuevamente y se dirigió a su silla. Se sentó y empezó a hablar

-Los corazones son débiles, los humanos son débiles y todo lo que tenga que ver con ellos es una muestra de debilidad. ¿Sabes que alguien que es bueno, noble y gentil, si le quitas todo lo que tiene, todo lo que ama, se puede volver el ser mas despiadado sobre la faz de la tierra?
-Si mi señor.
-Una vez conocí a un tipo llamado Job…
-¿Job, el de la Biblia?
-Exacto, el mismo. El fue la única persona que siguió siendo justo, siendo noble aun después de todas las tragedias que “de prueba” le fueron mandadas. Curioso sujeto, siempre lo admire, pero admire más a quien permitió que le hicieran todo eso.
-Se refiere a Dios
-Si, correcto. Así que pensé, si todos somos hijos de Dios, por que yo no puedo crear seres que me sean fieles incluso si les quito lo que ellos aman.
-Si mi señor me permite interrumpir-Dijo Degonius- ¿Nosotros no seriamos hijos del demonio?
-Oh mi querido Degonius, tenemos esencia de Dios, somos dioses en potencia. Y es por eso que entre tantos humanos elegí a Vaynard como experimento final.
-¿Vaynard?
-Si, Vaynard, mi creación, lo que debería ser mi orgullo. Le di una vida de poderes únicos, que cualquier humano quisiera tener y cambio solo quise hacer la misma prueba que le hicieron a Job ¿Y que recibí a cambio? Mi creación quiere matarme, no es para nada agradecido con lo que le di, le he dado una vida eterna.
-Mi señor, en uno de los encuentros que tuve con el, oí que el detesta la vida eterna.
-¿Ves por que lo elegí? ¡Es único! No ansia la vida eterna, no ansiaba tener ningún poder extraño y yo como su creador se lo di, lo bendije con algo que ningún simple mortal tendrá, a cambio lo libere de su entorno social humano, de su familia que solo lo retrasaría en su evolución como un ser superior. ¿Y así me paga? Lo malo es que lo renacidos no pueden…
-Ser controlados mentalmente-Dijo Degonius
-¡Es por eso que digo que eres un genio! Así que si no podemos controlar su mente, pues controlaremos sus emociones.


En ese momento tocaron a la puerta de esa sala.

-Degonius, abre la puerta por favor.

Degonius se puso de pie y se apresuro a obedecer las órdenes de su amo.

Entro a la sala una chica muy hermosa, de estatura mediana, su cabello al igual que sus ojos de  castaño oscuro, una piel rosada y bien cuidada.

-Mi señor, he llegado a tiempo, como se lo prometí.

Degonius miro a la recién llegada con desprecio.

-Asquerosa humana ¿Que haces aquí?
-Mi señor me dio una orden y he venido a darle el reporte. Y traigo noticias urgentes, así que no te interpongas entre mi señor y yo.
-¡¿Cómo te atreves asquerosa humana a hablarme de esa forma?! ¡Deberías mirar al suelo mientras te diriges a mí! ¡Tu sola mirada me genera asco!
-Entonces deberías mirar a otro lado hechicero.
-¡Eres una zorra asque…
-¿Ya terminaron de saludarse?-Dijo el enmascarado un poco fastidiado.
-Mi señor, esta escoria humana me ha faltado el respeto.
-Tu lo hiciste primero Degonius, era un hecho que ella te contestaría. No le pidas disculpas, es una humana, pero no la provoques.

La chica no se inmuto ante este comentario, al parecer estaba de acuerdo que el vampiro enmascarado a quien llamaba señor la tratara así.

-Cuéntame Bianca.
-Mi señor, he logrado que la chica humana que era la novia de ese tal Vaynard se nos una. Ella anhela ser convertida en un ser superior como lo es usted.
-¿En serio? ¿Y por que Vaynard no la convirtió?
-Ella me contó que Vaynard no quiso que ella sufra lo que el sufre.
-¿Oíste eso Degonius? Vaynard solo ve sufrimiento en su conversión, no puede ver más allá. Pero yo le haré ver más allá. Gracias Bianca, mi fiel mascota, te puedes ir.
-Mi señor, tengo algo más que informar.
-¿Mas dices?
-Así es mi señor.
-Bien, dilo.
-Mi señor, me tome la libertad de seguir a Vaynard hace unas horas atrás. Iba acompañada de una vampiresa y estaban entrando a una alcantarilla.
-¿Alcantarilla?-El enmascarado estaba extrañado.
-Si mi señor, según pude oír se dirigían a un cuartel, algo acerca de Leopoldo. 
-¿Leopoldo dices?-El enmascarado se volvió a Degonius.
-Si mi señor.
-Y dime Bianca ¿Sabes como se llamaba la vampiresa que acompañaba a Vaynard?
-Si mi señor, su nombre es Milagros.
-Interesante, muy interesante. Bianca, gracias por la información, puedes retirarte. Y trae a la chica de tu especie ante mí, quiero conversar con ella.
-Como usted ordene mi amo.

Bianca se retiro del lugar.

-Respóndeme algo Degonius ¿No era acaso una chica que trabajaba con la Sociedad de Leopoldo la que estaba defendiendo Vaynard y a la cual tu mascota le dio muerte?
-Si mi señor- Respondió Degonius asustado hasta los huesos.
-Ya veo, no te preocupes, en si la mataste pero ahora la chica al parecer es una de nosotros. Creo que Vaynard la convirtió. Interesante.
-¿Interesante?
-Si Degonius, te daré una nueva misión. Se acerca la hora del juicio para los humanos, quiero que vayas con tu mascota Blautsauger fuera de los límites de Henoc y busquen a los vampiros que habitan en otras tierras. Reúne a todos los que quieran seguir nuestra causa, a los demás mátalos.
-Mi señor, esos territorios…son salvajes, incluso para los vampiros…
-¿Tienes miedo Degonius?
-No mi señor, como dije por usted daría mi vida, pero ¿Cómo haré para ubicar a los vampiros que están regados por todo el continente de Delmur?
-El continente de Delmur esta en constante guerra, y es muy probable que algunos vampiros se encuentren involucrados en esas batallas. Si llegas al centro del continente te será más fácil ubicarlos.
-Mi señor si no es mucha indiscreción ¿Usted que hará?
-El baile de Henoc esta a pocos días de iniciar, haré que sea una fiesta memorable en donde tanto la Camarilla como el Sabbat se mataran entre ellos y yo reinare triunfante sobre Henoc, y después marchare al mundo humano y tomare lo que siempre fue mió, lo que me quitaron…¡Lo que por derecho me corresponde! ¡El mundo humano es mió! Si nunca me hubieran…no, nada, ve Degonius, has lo que te he pedido y serás muy bien recompensado.
-Como ordene mi señor.

Degonius se retiro de la sala, dejando a su amo solo sentado en su terrorífico trono.

-Era muy joven cuando me quitaron el sol, la felicidad, la vida. El culpable fue castigado ¿Y eso basto? ¡Claro que no! El mundo de los humanos será mió. Y no solo el mundo humano, Henoc y todos los territorios de Delmur serán míos, todo será mió y no habrá Dios que impida mi juicio final. 

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