martes, 20 de noviembre de 2012

El plan del vampiro enmascarado

-¿Y bien Degónius? ¿Qué me puedes informar?
-Mi señor, cumplí con el objetivo, la humana a muerto.
-Magnifico. ¿Y Vaynard?
-Asumo que debe estar enojado y frustrado. No pudo defender a la humana.

Degónius estaba arrodillado frente a una figura oscura que se encontraba sentada en una gran silla decorada con cráneos de oro. El sujeto que estaba sentado estaba completamente vestido de negro y tenia una mascara extraña.

-Degonius, en estos momentos nuestro mundo se encuentra en crisis ¿Lo sabes?
-Si mi señor.
-Esos vampiros renacidos salieron defectuosos, siguen apegados a los humanos y eso genera muchos retrasos en nuestros planes.
-Mi señor, Beckett esta con ellos. Los renacidos ya saben que Beckett tuvo mucho que ver en el proceso de creación.
-Beckett…Beckett, un vampiro genial, un héroe entre nosotros, una lastima que haya optado ir a favor de los humanos en esta guerra.
-Disculpe mi señor ¿Dijo guerra?
-El enmascarado se levanto de su costosa y terrorífica silla y camino hacia un gran ventanal que tenia frente a el.

-Degonius, tu eres un Tremere especial, eres un genio, amante de la ciencia y de la genética. Gracias a tu habilidad y tus experimentos hemos podido crear seres que puedan vivir bajo la luz del sol sin ningún problema, sin embargo algo fallo en nuestro plan. ¿Sabes que es ese fallo?
-Si lo se mi señor, el libre albedrío
-¡Correcto! ¿Ves por que digo que eres un genio? El libre albedrío, esa libertad de pensar, actuar y sentir por ellos mismos. Un don que los humanos no supieron aprovechar nunca. He visto desde la clandestinidad como los humanos han ido evolucionando, y puedo decir sin temor a equivocarme que mientras la ciencia humana avanza, el comportamiento de los humanos involuciona. Seres tan despreciables no deberían tener esa facultad de tener un libre albedrío. Es por eso que cree a los renacidos, bueno, no a todos. Esa chica, Stephanie, la “princesa” de Beckett fue algo que nunca estuvo dentro de mis planes.
-Mi señor ¿Desea que la elimine?
-No, aun no.

Hubo un largo silencio en aquella sala oscura.

-Si mi señor pudiera explicarme a que guerra se refiere….
-Oh! Si, lo siento, la guerra. Veras Degonius, siempre he tenido una teoría, siento que Dios en toda su gigantesca sabiduría, supo que uno de sus ángeles caídos crearía el vampirismo, y aun así, no hizo nada para evitarlo ¿Por qué? ¿Sabes la respuesta?
-No mi señor.
-En realidad nadie la sabe, pero pienso que seres tan perfectos como nosotros, excluyendo a los Nosferatus, tenían de tarea, de misión, cuidar a sus hermanos menores, a sus hermanos limitados, a los humanos. Y todo hubiera sido perfecto si tan solo se nos hubiera permitido vivir bajo la luz del sol. ¿Sabes? Siempre he pensado que ni siquiera los humanos merecen la luz del sol.

El ambiente se puso muy tenso y pesado, el frió era matador y Degonius no podía hacer otra cosa que quedarse de rodillas escuchando a su “señor” hablar.

-Le dimos todo a los humanos, creamos ciudades, creamos arte, creamos ciencia. Les enseñamos a los humanos como crear una civilización después del diluvio. ¡Creamos Cartago! Oh…mi querida Cartago, aun me duele recordar que aquella vez nos matamos entre hermanos, nosotros los vampiros aprendimos cualidades tan asquerosas, típicas de humanos, que ahora muchos jóvenes vampiros piensan que es normal hacerlas. Pero todo eso llegara a su fin.
-Mi señor ¿Que tiene en mente?

El sujeto enmascarado se alejo del ventanal y se acerco a Degonius. Se arrodillo y estuvo cara a cara (o mascara) con el Tremere.

-¿Puedo confiar en ti?
-Mi señor, le he sido leal desde que lo conocí, yo daría mi vida por usted sin dudarlo.
-Si, lo se mi amigo, y es por eso que te diré que pasara.

El “señor” de Degonius se puso de pie nuevamente y se dirigió a su silla. Se sentó y empezó a hablar

-Los corazones son débiles, los humanos son débiles y todo lo que tenga que ver con ellos es una muestra de debilidad. ¿Sabes que alguien que es bueno, noble y gentil, si le quitas todo lo que tiene, todo lo que ama, se puede volver el ser mas despiadado sobre la faz de la tierra?
-Si mi señor.
-Una vez conocí a un tipo llamado Job…
-¿Job, el de la Biblia?
-Exacto, el mismo. El fue la única persona que siguió siendo justo, siendo noble aun después de todas las tragedias que “de prueba” le fueron mandadas. Curioso sujeto, siempre lo admire, pero admire más a quien permitió que le hicieran todo eso.
-Se refiere a Dios
-Si, correcto. Así que pensé, si todos somos hijos de Dios, por que yo no puedo crear seres que me sean fieles incluso si les quito lo que ellos aman.
-Si mi señor me permite interrumpir-Dijo Degonius- ¿Nosotros no seriamos hijos del demonio?
-Oh mi querido Degonius, tenemos esencia de Dios, somos dioses en potencia. Y es por eso que entre tantos humanos elegí a Vaynard como experimento final.
-¿Vaynard?
-Si, Vaynard, mi creación, lo que debería ser mi orgullo. Le di una vida de poderes únicos, que cualquier humano quisiera tener y cambio solo quise hacer la misma prueba que le hicieron a Job ¿Y que recibí a cambio? Mi creación quiere matarme, no es para nada agradecido con lo que le di, le he dado una vida eterna.
-Mi señor, en uno de los encuentros que tuve con el, oí que el detesta la vida eterna.
-¿Ves por que lo elegí? ¡Es único! No ansia la vida eterna, no ansiaba tener ningún poder extraño y yo como su creador se lo di, lo bendije con algo que ningún simple mortal tendrá, a cambio lo libere de su entorno social humano, de su familia que solo lo retrasaría en su evolución como un ser superior. ¿Y así me paga? Lo malo es que lo renacidos no pueden…
-Ser controlados mentalmente-Dijo Degonius
-¡Es por eso que digo que eres un genio! Así que si no podemos controlar su mente, pues controlaremos sus emociones.


En ese momento tocaron a la puerta de esa sala.

-Degonius, abre la puerta por favor.

Degonius se puso de pie y se apresuro a obedecer las órdenes de su amo.

Entro a la sala una chica muy hermosa, de estatura mediana, su cabello al igual que sus ojos de  castaño oscuro, una piel rosada y bien cuidada.

-Mi señor, he llegado a tiempo, como se lo prometí.

Degonius miro a la recién llegada con desprecio.

-Asquerosa humana ¿Que haces aquí?
-Mi señor me dio una orden y he venido a darle el reporte. Y traigo noticias urgentes, así que no te interpongas entre mi señor y yo.
-¡¿Cómo te atreves asquerosa humana a hablarme de esa forma?! ¡Deberías mirar al suelo mientras te diriges a mí! ¡Tu sola mirada me genera asco!
-Entonces deberías mirar a otro lado hechicero.
-¡Eres una zorra asque…
-¿Ya terminaron de saludarse?-Dijo el enmascarado un poco fastidiado.
-Mi señor, esta escoria humana me ha faltado el respeto.
-Tu lo hiciste primero Degonius, era un hecho que ella te contestaría. No le pidas disculpas, es una humana, pero no la provoques.

La chica no se inmuto ante este comentario, al parecer estaba de acuerdo que el vampiro enmascarado a quien llamaba señor la tratara así.

-Cuéntame Bianca.
-Mi señor, he logrado que la chica humana que era la novia de ese tal Vaynard se nos una. Ella anhela ser convertida en un ser superior como lo es usted.
-¿En serio? ¿Y por que Vaynard no la convirtió?
-Ella me contó que Vaynard no quiso que ella sufra lo que el sufre.
-¿Oíste eso Degonius? Vaynard solo ve sufrimiento en su conversión, no puede ver más allá. Pero yo le haré ver más allá. Gracias Bianca, mi fiel mascota, te puedes ir.
-Mi señor, tengo algo más que informar.
-¿Mas dices?
-Así es mi señor.
-Bien, dilo.
-Mi señor, me tome la libertad de seguir a Vaynard hace unas horas atrás. Iba acompañada de una vampiresa y estaban entrando a una alcantarilla.
-¿Alcantarilla?-El enmascarado estaba extrañado.
-Si mi señor, según pude oír se dirigían a un cuartel, algo acerca de Leopoldo. 
-¿Leopoldo dices?-El enmascarado se volvió a Degonius.
-Si mi señor.
-Y dime Bianca ¿Sabes como se llamaba la vampiresa que acompañaba a Vaynard?
-Si mi señor, su nombre es Milagros.
-Interesante, muy interesante. Bianca, gracias por la información, puedes retirarte. Y trae a la chica de tu especie ante mí, quiero conversar con ella.
-Como usted ordene mi amo.

Bianca se retiro del lugar.

-Respóndeme algo Degonius ¿No era acaso una chica que trabajaba con la Sociedad de Leopoldo la que estaba defendiendo Vaynard y a la cual tu mascota le dio muerte?
-Si mi señor- Respondió Degonius asustado hasta los huesos.
-Ya veo, no te preocupes, en si la mataste pero ahora la chica al parecer es una de nosotros. Creo que Vaynard la convirtió. Interesante.
-¿Interesante?
-Si Degonius, te daré una nueva misión. Se acerca la hora del juicio para los humanos, quiero que vayas con tu mascota Blautsauger fuera de los límites de Henoc y busquen a los vampiros que habitan en otras tierras. Reúne a todos los que quieran seguir nuestra causa, a los demás mátalos.
-Mi señor, esos territorios…son salvajes, incluso para los vampiros…
-¿Tienes miedo Degonius?
-No mi señor, como dije por usted daría mi vida, pero ¿Cómo haré para ubicar a los vampiros que están regados por todo el continente de Delmur?
-El continente de Delmur esta en constante guerra, y es muy probable que algunos vampiros se encuentren involucrados en esas batallas. Si llegas al centro del continente te será más fácil ubicarlos.
-Mi señor si no es mucha indiscreción ¿Usted que hará?
-El baile de Henoc esta a pocos días de iniciar, haré que sea una fiesta memorable en donde tanto la Camarilla como el Sabbat se mataran entre ellos y yo reinare triunfante sobre Henoc, y después marchare al mundo humano y tomare lo que siempre fue mió, lo que me quitaron…¡Lo que por derecho me corresponde! ¡El mundo humano es mió! Si nunca me hubieran…no, nada, ve Degonius, has lo que te he pedido y serás muy bien recompensado.
-Como ordene mi señor.

Degonius se retiro de la sala, dejando a su amo solo sentado en su terrorífico trono.

-Era muy joven cuando me quitaron el sol, la felicidad, la vida. El culpable fue castigado ¿Y eso basto? ¡Claro que no! El mundo de los humanos será mió. Y no solo el mundo humano, Henoc y todos los territorios de Delmur serán míos, todo será mió y no habrá Dios que impida mi juicio final. 

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